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La Paradoja del APRA (II)

Publicado: 2011-01-23

Publicado en Diario 16 (23/01/11)

El APRA ganó 22% del voto presidencial después de un gobierno desastroso, mientras que tras un buen segundo gobierno va hacia un desastre electoral. ¿Cómo explicar esta paradoja?

La respuesta es en parte obvia: el APRA es hoy más débil que en los ochenta. En esos años teníamos, mal que bien, un sistema de partidos con votantes medianamente fieles. Entre militantes y simpatizantes el APRA tenía un piso electoral cercano al 20-25%. Además, con redes activas y empresas públicas a su servicio, contaba con una mayor base clientelar. Esta mayor fortaleza explica por qué lograron un buen resultado con un candidato opaco y un país en crisis.

Hoy los apristas fieles no deben llegar ni a 8%. Los recientes éxitos electorales del APRA se explican en gran parte por el candidato García y no por el partido. Si bien parte de la crisis actual puede atribuirse al personalismo de Alan, sus críticos deben ponderar que sin él probablemente el partido sería una suerte de Acción Popular.

Pero la respuesta no está completa. Incluso sin votantes fieles una buena gestión debería atraer votos para el partido de gobierno. Ni el APRA ni Perú Posible lograron jalar esos votos. No creo que sea por rechazo al gobierno: de permitirlo la Constitución, sospecho que tanto García como Toledo habrían peleado su reelección inmediata.

La respuesta, creo, es que en las condiciones actuales de desprestigio partidario e identidades políticas débiles es muy difícil para el partido de gobierno conseguir un candidato que esté entre los tres que finalmente pelearán la elección. Esos candidatos son los que concentran, por arrastre, al voto parlamentario.

El candidato natural para suceder al presidente debería ser otro líder partidario. Pero esos lugartenientes tienen hoy un perfil muy bajo y no entusiasman: hace tiempo que los partidos no atraen personalidades. Además, cargan con los escándalos del gobierno. Es difícil que un lugarteniente partidario sea atractivo para el electorado.

La opción es buscar un invitado popular. Pero los favoritos en las encuestas no ganan nada aliándose con el partido de gobierno. Además, un favorito tiene el poder de imponer condiciones que afectarían los intereses de la dirigencia. La única alternativa es promover un candidato menor con “potencial” y rezar para que suba. La apuesta no le funcionó a PP ni al APRA y por ello, sin locomotora, sus listas parlamentarias llegan en desventaja. PP obtuvo dos congresistas, ¿cuántos obtendrá el APRA?


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Hijos de un Dios menor

Un blog de Eduardo Dargent