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¿Quién dijo Aborto?

Publicado: 2011-01-30

Publicado en Diario 16, 30/1/2011.

Desde el inicio de la campaña Alejandro Toledo ha sabido administrar sus peleas. Pica al gobierno, y el APRA lo acuchilla. Propone la unión de hecho, y la jerarquía eclesiástica lo condena. En ambos casos los oponentes distan de irradiar popularidad, con lo cual Toledo sale bien librado de las escaramuzas: se victimiza y se distingue de una derecha muy poblada. Errores tiene, entre ellos comentarios arrogantes y mantener su imagen de dispendioso, pero por ahora su campaña parece la mejor pensada.

El jueves, sin embargo, Toledo pareció abrirse un flanco innecesario. En una conferencia de prensa dio a entender que apoyaba la despenalización del aborto, una propuesta polémica en términos electorales. No encontré sondeos recientes, pero en años pasados 70 a 80% de limeños se declaraba en contra de la despenalización. Más aceptado es el aborto por razones terapéuticas y en aquellos casos en que el embarazo es producto una violación.

Antes que el tema de fondo, me interesa discutir la dinámica que causó la propuesta. Los demás favoritos olieron votos y fueron al cuello. Todos se declararon en contra y en los mismos términos: solo aprobamos el aborto terapéutico. Dio tiempo, además, para especulaciones de todo tipo. ¿Toledo se fue de boca? ¿Mal cálculo electoral? ¿O buen cálculo pues el tema en realidad ya no es crucial para los ciudadanos y, por el contrario, permitiría jalar algunos votos?

El viernes, tras el desmadre, Toledo “aclaró” que su propuesta se refería al aborto tras una violación, es decir, apenas un poco más progre que los demás candidatos. Seguro el aborto seguirá rondando la campaña, pero sin el encono que significaba una propuesta despenalizadora.

¿Qué nos deja el incidente? Sin duda hay un costo para Toledo: estas contramarchas refuerzan la imagen de personaje contradictorio. Pero más importante me parece resaltar lo que ya parece una tendencia: la obsesión con el líder desnuda la orfandad de estrategia de los demás candidatos. Aparecieron desesperados por robar votos y actuaron por reflejo, sin pensar siquiera cómo podrían haber usado el tema para distinguirse de sus demás competidores. Es decir, actuaron como segundones.

En este caso no hay mérito de la campaña de Toledo, sino pobreza de ideas de los demás contendientes. Deberían recordar que, como están las cosas, para ganar deben primero alcanzar la segunda vuelta. Eso pasa por llegar al electorado por mérito propio y robar votos a todos los candidatos, no solo al líder.


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Hijos de un Dios menor

Un blog de Eduardo Dargent