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Anticandidatos

Publicado: 2011-03-13

Un excelente título para una sensación generalizada. Carlos Meléndez y sus colaboradores presentan “Anticandidatos” (Mitin/50+1, 2011) una radiografía de esas personas que nos quieren gobernar pero que no emocionan ni a sus simpatizantes. Imposible hacer justicia a los trabajos en 400 palabras, así es que me enfoco en dos ideas que me dejó el libro.

Primero, el anticandidato mayor. Meléndez disecciona en su capítulo a Lucho Castañeda. ¿Qué explica que un tipo sin carisma, mudo, tuviera una popularidad arrolladora durante su gestión en Lima y dominara las encuestas presidenciales el año pasado? Contra la opinión general, nos dice, Castañeda no es un caudillo solitario ni un improvisado. Desde el 2000 tiene un equipo y un plan. Optó por ser el candidato del C/D urbano, los hijos de las migraciones, y ganar su voto con servicios, cemento y más cemento. Pensó que ese enorme sector sub-representado bastaba para darle la presidencia.

El argumento sobre la organización de Castañeda no me convence: sus colaboradores más parecen un directorio que un partido. Pero Meléndez sí demuestra que había un plan: una apuesta por ese bolsón de votos de “clase media” popular con intereses y problemas comunes. Hoy, que el IOP-PUCP nos dice que Humala le respira a Castañeda en la nuca, la apuesta parece insuficiente. Si lo llega a pasar, probablemente Lucho sea abandonado en tropel al perder la condición de favorito. Pero Castañeda se mantiene entre los primeros a un mes de la elección y es, junto a Toledo, el “mal menor” de buena parte del electorado que lo prefieren a Keiko y Humala en segunda vuelta. Y todo ello con la locuacidad de un molusco. No es poca cosa.

Segundo, ojalá se hagan más libros como Anticandidatos. A mitad de camino entre artículo académico y crónica periodística, el libro tiene la virtud de discutir temas de ciencia política en forma entretenida. Soy un convencido de que existe mercado para productos académicos que encuentre al lector no especializado a mitad de camino. Necesitamos debate público de calidad, contrastar ideas, escritos creativos para ciudadanos interesados en ir un paso más allá de lo que ofrecen la prensa y blogs. Este libro ayuda a esa discusión inteligente.

Para el politólogo es un riesgo escribir al ritmo de los acontecimientos. Algunos de los autores seguro serán criticados por animarse a predecir un país impredecible. Pero el producto bien vale los moretones. Que encontremos este tipo de libros en kioskos y supermercados es sin duda una excelente noticia.


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Hijos de un Dios menor

Un blog de Eduardo Dargent