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La Importancia del Perdedor

Publicado: 2011-06-09

Publicado en Diario 16 5/6/2011

En estos meses de campaña se han resaltado los peligros autoritarios de los candidatos que llegaron a segunda vuelta. Comparto la preocupación. Pero se ha hablado menos de un límite “democrático” que tendrá quien finalmente gane la elección: el partido del perdedor.

A diferencia de otros partidos derrotados en abril, Fujimoristas y Nacionalistas han logrado construir organizaciones que tienen cierta cohesión y disciplina. Están lejos de ser partidos institucionalizados, sin duda, pero en general son más sólidos que los demás partidos existentes. Quien pierda la elección será la principal fuerza política de oposición en el país.

La clave de la mayor solidez de estos partidos pasa por haber logrado construir en estos años un capital político nada desdeñable. Ambos grupos ya tienen cierta identidad reconocida por los electores, la del Fujimorismo heredada y la del nacionalismo construida en dos elecciones. Ya hay un mensaje que vende.

Sus líderes son también clave para lograr esta cohesión. Tanto Keiko como Ollanta se quedarán haciendo política activa en el Perú. Ambos son jóvenes, y quien pierda tendrá seguramente una participación exitosa en la próxima elección. Los miembros de ambos grupos ya saben que sus líderes son competitivos electoralmente, y que pueden llevarlos al poder. Por ello, estas agrupaciones seguro tendrán menos tránsfugas, manteniendo bancadas más cohesionadas en el Congreso.

Del mismo modo, el partido perdedor puede lograr una mayor articulación con ciertas zonas del territorio. El Nacionalismo puede ser el partido del sur y centro frente a un gobierno Fujimorista. El Fujimorismo, por su lado, puede ser el partido de Lima, Ica y el Norte. Es muy pronto para saber si estos partidos lograrán ganar elecciones locales y regionales, el mayor reto a los grupos políticos en nuestro país. Pero es ya claro que no serán movimientos débiles durante los próximos cinco años.

Claro, una contienda abierta y fuera de control entre las dos fuerzas puede también ser muy dañina para el país. El riesgo se acrecienta, como señala Alberto Vergara en la revista Poder, por la inexistencia de un centro político que modere un conflicto entre los dos grupos. Pero, con todo, la democracia peruana es un poco más segura por la fortaleza de quien será la primera fuerza de oposición. La democracia finalmente no nace de buenas intenciones, sino del balance de poder. Y ese balance puede darse entre fuerzas que no ofrezcan todas las garantías democráticas.


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Hijos de un Dios menor

Un blog de Eduardo Dargent